“Hair”
My mother tells me to fix my hair.
And by “fix,” she means straighten. She means whiten.
But how do you fix this ship-wrecked history of hair?
The true meaning of stranded, when trusses held tight like African cousins in ship bellies, did they imagine that their great-grand-children would look like us, and would hate them how we do? Trying to find ways to erase them out of our skin, iron them out of our hair, this wild tangle of hair that strangles air.
You call them wild curls. I call them breathing. Ancestors spiraling.
Can’t you see them in this wet hair that waves like hello?
They say Dominicans can do the best hair.
I mean they wash, set, flatten the spring in any loc — but what they mean is we’re the best at swallowing amnesia, in a cup of morísoñando, die dreaming because we’d rather do that than live in this reality, caught between orange juice and milk, between reflections of the sun and whiteness.
What they mean is, “Why would you date a black man?”What they mean is, “a prieto cocolo” What they mean is, “Why would two oppressed people come together? It’s two times the trouble.”
What they really mean is, “Have you thought of your daughter’s hair?”
And I don’t tell them that we love like sugar cane, brown skin, pale flesh, meshed in pure sweetness. The children of children of fields. Our bodies curve into one another like an echo, and I let my curtain of curls blanket us from the world, how our children will be beautiful. Of dust skin, and diamond eyes. Hair, a reclamation.
How I will break pride down their back so from the moment they leave the womb they will be born in love with themselves.
Momma that tells me to fix my hair, and so many words remain unspoken. Because all I can reply is, “You can’t fix what was never broken.”
“Hair”
Poema de Elizabeth Acevedo
Traducción al español hecha por mi
Mi madre me dice que me arregle el cabello.
Y por “arreglar”, se refiere a que lo alise. Que lo blanquee.
Pero, ¿cómo arreglas esta historia naufragada de cabello?
El verdadero significado de encallado, cuando las ataduras los mantenían apretados como primos africanos en los vientres de embarcaciones, ¿se imaginaron que sus bisnietos se parecerían a nosotros, y odiarían como nos parecemos? Tratando de encontrar maneras de borrarlos de nuestra piel, plancharlos fuera de nuestro cabello, esta maraña salvaje de cabello que estrangula el aire.
Tú los llamas cabello malo. Yo los llamo respiración. Ancestros envueltos en espirales.
¿No los ves en este cabello mojado que se agita como diciendo hola?
Dicen que los Dominicanos son los mejores arreglando el cabello.
O sea ellos lavan, ajustan, alisan los nudos de cualquier rasta— pero lo que ellos quieren decir es que somos los mejores tragándonos la amnesia, en un vaso de morísoñando, morir soñando porque preferiríamos eso a vivir en esta realidad, atrapados entre jugo de naranja y leche, entre reflejos del sol y blancura.
Lo que ellos quieren decir es, “¿Por qué saldrías con un hombre negro?” Lo que ellos quieren decir es, “un prieto cocolo” lo que ellos quieren decir es, “por qué dos personas oprimidas se unirían? Eso es el doble de problemas.”
Lo que ellos realmente quieren decir es, “¿Has pensado en el cabello de tu hija?”
Y no les digo que nos amamos como caña de azúcar, piel morena, carne suave, mezclada en pura dulzura. Los niños de los niños de las plantaciones. Nuestros cuerpos plegados uno en el otro como un eco, y dejo mi cortina de rizos cobijarnos del mundo, cómo nuestros niños serán hermosos. De piel de polvo, y ojos de diamantes. El cabello, una reclamación. Como pondré el orgullo sobre sus espaldas para que, desde el momento en que abandonen el útero, nazcan enamorados de sí mismos.
Mamá me dice que me arregle el cabello, y tantas palabras quedan sin decir. Porque todo lo que puedo responder es, “No puedes arreglar lo que nunca estuvo roto.”